11.11.08

Resbalo

Resbalo por el espejo tan lentamente, que en la memoria de papel me choca verlos, guardados, clasificados, estáticos y terribles.
Me miran desde abajo aquellos que ya pasaron, hace tiempo, y yo los vi algún día, resbalando muy despacio en su reflejo.
Vaciando un trozo de vida que en un pico tan difuso me entretiene.
Huye de tu imagen y sabrás lo que te digo.

Resucito a mis muertos en un segundo, frescos, lozanos, radiantes.
Pero huelen tan mal que no soporto su presencia en mis pasos, dirigidos para no verlos y que a la vez los buscan, en vano, lejos de las turbantes muestras de su descomposición.

Vuelvo a digerir ansioso lo que cambiará más tarde.
Y me dolerán los ojos, los oídos, la nariz, la piel, y amargo sentimiento resbalará lentamente junto conmigo por el espejo que cada mañana me cambia la vida por una mueca.

Pero sería maravilloso dar la vuelta, y mirar el efecto de su caída, asombrados, malcarados, satisfechos, resignados, parecidos, abstraídos, deseosos, deseados.
Y ver que son todos yo, y quererme.
Sería maravilloso también perdonarlos, y rezar a sus desdichas con una vela en la mano,
y pedirles y rogarles que continúen resbalando, y al final caer con ellos como espectador tragado
por una función real, como en un sueño de tantos, despierto finalmente por un segundo,
con la cera en el desorden mientras me quemo la palma de la mano.

Joaquín

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