27.10.08

Lentamente

Recitas tus versos con parsimonia,
sin duda esperas que alguien te escuche.
El lagarto te mira con sus ojos de botón,
es duro y no sonríe,
ni siquiera cuando parece que olvidas el verso.

Te mira fijamente y espera algo que tú no conoces,
mientras recitas tus versos con agonía,
lenta, perezosa, caduca y torpemente.

La boca llena de dientes,
tú,
sin verlos les temes.

El lagarto te mira con sus ojos de botón,
es frío y está quieto,
pero se acerca.

De nada sirven ya,
ni tus pies ni tus manos.
Y tu piel es agua que por tus ojos moja,
la lisa superficie de tu retrato.

El lagarto te mira con sus ojos de botón.
Es verde y tan antiguo
como lo eres tú y lo que significas.

Las puertas no sirven ya y desde ahora,
se ciñen a tu espalda doblando contigo
la esquina siguiente para no cerrarla
y dejarla abierta ya para siempre.

Él te mira con sus ojos de botón
y no sonríe, ni se enfada,
es frío y quieto y duro
es verde y en ti se clava
esperando a que ya no estés
para devorarte.

Sus dientes no los verás nunca,
pero les temes.
Ay cuanto les temes ¡¡
El lagarto espera que ya no estés
para devorarte.

Joaquín

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